Técnica del óleo

La pintura al  óleo

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Quién la inventó

Jan Van Eyck, pintor flamenco, nació en 1370 y falleció en Brujas en 1440 (siglo XV); fue quien descubrió la pintura al óleo, siendo protegido por Felipe el B. Bueno. Con anterioridad a dicho invento, los pintores utilizaban tablas de álamo blanco o tela, sin otros colores que los del temple- imprimación con agua-cola y yeso, utilizando como aglutinante y medio el huevo -; según el método introducido por Cimabue, en 1250 (nació hacia la mitad del siglo XIII, en Florencia, y falleció en 1302); sin embargo los artistas sabían que cuando se trabajaba al temple, las obras carecían de cierta gracia, y seducción del colorido, que hubiesen logrado si conocieran una técnica que facilitara la fusión de los colores; pero aunque muchos intentaron descubrir algún método semejante, nunca dieron con un buen método de trabajo, por mucho que usaran barniz líquido y otras clases de colores mezclados con el temple; y que fuese posible lavarlas sin sacarles el color; el mismo deseo lo tenían los pintores fuera de Italia. Ocurrió que estando las cosas en tal situación, trabajaba en Flandes, Juan de Brujas (Van Eyck), este se puso a probar diversas clases de colores y como le deleitaba dedicarse a la alquimia, preparó muchos aceites para hacer barnices, poniendo una tabla a secar al sol, la cual cuarteó, y viendo el daño producido por el calor, resolvió encontrar el medio de solucionarlo, secando a la sombra y luego de realizar muchos experimentos con sustancias puras o mezcladas entre sí, encontró finalmente que el aceite de linaza y el de nuez, eran los más secantes. Estos, pues, hervidos con otras de sus mezclas, produjeron el barniz que él y todos los pintores habían deseado largamente. Luego vio que si se aglutinaban los colores con esta clase de aceite, les daba una gran solidez y que, secos, no solo no temían al agua, sino que se volvían muy intensos y brillantes de por sí; sin necesidad de barnizarlos. Y lo más maravillosos era que se mezclaban infinitamente mejor que al temple.

Durante algún tiempo, Juan no quiso que nadie lo viera trabajar, ni enseñar a ninguno su secreto; pero al envejecer lo confió a su discípulo Rogelio van der Weyden. Mas aunque los mercaderes compraban sus obras y el invento se había difundido no sólo en Flandes, sino en Italia, no se conocía el método de ejecutarlas, y el misterio fuera de Flandes nunca fue descubierto durante largos años. Antonello da Messina (nació a principios del siglo XV en Mesina y falleció en 1479), muy diestro en su oficio de pintor y habiendo sabido que al rey Alfonso I de Nápoles, le había llegado una tabla pintada a óleo por Juan, él como muchos otros pintores, fue a verla y alabarla, pues se podía lavar y resistía cualquier golpe; así es que cuando consiguió verla, tuvieron tanta influencia en él la vivacidad de los colores y la belleza y armonía de aquella pintura, que olvidando cualquier otro asunto o pensamiento, se fue a Flandes; y llegando a Brujas, con obsequios de dibujos italianos se hizo muy amigo de Juan, a tal punto que por consideración a Antonello, ya anciano, consistió en que éste viera como procedía para pintar al óleo; y no salió el italiano de dicha ciudad, antes de haber aprendido muy bien el método que tanto deseaba conocer. Habiendo muerto Juan poco después, Antonello volvió a su patria y dio al mundo participación en tan útil, bello y cómodo secreto.

 

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